lunes, 8 de junio de 2009

Underground


Para comenzar debo aclarar que desde mi punto de vista Emir kusturica constituye unode los mejores directores de cine que haya podido apreciar ya que a pesar de tocar temas polémicos y de gran importancia los maneja con una dosis de humor y muchas situaciones propias de su país lop que resalta sus costumbres y cultura. Además que la música presente en el desarrollo de sus historias le dan una caracteristica unica y versátil.

La película es tan rica que cualquier intento de sinopsis se convierte en un ejercicio bastante torpe, porque el hilo argumental aquí expuesto se ve enriquecido con la maravillosa música, las poderosas imágenes, los intentos de Marko por manipular la realidad de los que se esconden en el sótano, simulando alarmas y bombardeos, la simbología apenas disimulada de muchos pasajes (el Cristo invertido del final de la película o los animales que aparecen, gansos, caballos o gatos, recurrentes en toda la filmografía del director), la crudeza de otros (el bombardeo del zoológico) y la absorbente magia de los más (los recorridos por las alcantarillas, los bailes, la música de los trombones y las trompetas), pero sobre todo, con las imágenes de archivo que Kusturica utiliza para ilustrar las diversas partes que establece en la narración (1ª – La guerra, 2ª – La Guerra Fría y 3ª - La Guerra, que subrayan la triste historia del país desde su creación).

Pero la película es tan rica y compleja que resulta imposible catalogarla en ninguna de las categorías establecidas: es un drama con partes de comedia, de acción, pero también un musical, una película política, y sobre todo, una historia que desprende nostalgia y amargura. Lo que se desprende de ella es una reflexión en la que pueden verse dos cuestiones principales. En primer lugar, la crítica de la guerra como medio para la resolución de conflictos, pero también su aceptación como último medio cuando todos los demás han fracasado, lamentando, no obstante, las consecuencias de la misma: muertos, familias rotas, destrucción, países arrasados y ausencia de felicidad y bienestar durante generaciones. En segundo lugar, la película destila nostalgia por la patria desaparecida, por Yugoslavia tal como fue entre 1918 y los años noventa.

Una película absolutamente magnífica cuyas casi tres horas de metraje no resultan agotadoras ni aburridas, y que contiene todas las claves de un cineasta que se ha convertido en imprescindible en los últimos años. Mi admiración y respeto para Kusturica

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